UN BARRIO MARGINADO NO ES UN BARRIO MARGINAL. A PROPÓSITO DE NAZARET, POR JOSEPA CUCÓ I GINER


La película del director de cine español Alberto Morais, «Los chicos del puerto», utiliza la experiencia de tres niños de Nazaret, un barrio periférico de Valencia, para dibujar un retrato del abandono social, familiar, económico y político que viven actualmente los más desfavorecidos de la sociedad. En una entrevista difundida por Internet explicaba que se trata de «un barrio muy duro y aislado». El cineasta lo conoce de primera mano. Durante muchos años su padre ejerció allí como médico, colaborando también con los equipos sociales de colectivos del barrio. Estaba al tanto de sus problemas y de lo que para mucha gente significaba vivir en ese lugar. «Es un barrio muy marginado, no marginal», afirma. Las palabras del cineasta articulan los contenidos de este trabajo y también le dan título. El mensaje que transmiten puede en principio parecer paradójico. ¿Cómo es posible que un barrio marginado, al que se caracteriza como duro y aislado, no sea marginal? ¿Qué procesos y hechos se esconden tras este aparente juego de palabras, cómo interpretarlas? 

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