AMPLIACIÓN DE LA V-21: DÉJENNOS SOÑAR OTRAS ALTERNATIVAS


Paco Tortosa 15.07.2018 | Levante EMV
Por Europa soplan vientos muy positivos para conseguir una movilidad sostenible real. Dos ejemplos. En Alemania ya se habla de la gratuidad de los trenes en áreas metropolitanas. En países como Francia y Holanda ya se paga por ir al trabajo en bicicleta. Se puede preguntar el lector curioso qué tienen que ver esas dos noticias con la ampliación de los carriles de circulación de la V-21. Pues más de lo que puede parecer de antemano.

En primer lugar, ampliar dichos carriles en el acceso próximo a València tiene un significado que va más allá de si se consigue puntualmente evitar atascos. Su ampliación implica, seguir apostando por la movilidad en vehículo a motor privado sea cual sea el tipo de desplazamiento. A mi modo de ver, dicho acceso en la V-21 se congestiona cada día en horas punta por motivos laborales cuando la mayor parte de la población se desplaza hasta el lugar de trabajo (polígonos industriales y centros comerciales básicamente) y en el momento de finalizar la jornada laboral para regresar al hogar en la ciudad y alrededores. También los fines de semana cuando se regresa a la ciudad después del ocio en el campo o en la segunda residencia. Dicho de otra manera, dichas retenciones tan sólo suponen no mucho más allá del 20 % del tiempo de uso de la V-21. El resto del día o la semana el tráfico es fluido y en ciertas horas del día y de la noche insignificante.

¿Se puede pensar en alternativas que no impliquen la ampliación de esta importante arteria con tal de evitar las congestiones diarias y la de los fines de semana? Aquí es donde entran en juego las dos noticias europeas que encabezan estas notas. ¿A alguien se le ha ocurrido pensar que con los 30 millones de euros que tiene de coste la ampliación de los carriles a costa de fertilísimas tierras de huerta tradicionales, se pueden pensar en otras alternativas? Vamos con ellas. Con los 30 millones de euros se podría crear una verdadera malla ciclista metropolitana que conecte la ciudad y los pueblos entre ellos y a su vez con los polígonos industriales y grandes superficies comerciales. El actual anillo verde metropolitano, en fase de construcción, se vería reforzado y no quedaría como ahora como un corredor para que las familias paseen los fines de semana y con poco servicio a la movilidad por motivos laborales. Con dicha malla o red ciclista metropolitana se podría invitar, sugerir y animar a los trabajadores y trabajadoras de todos estos polígonos y pueblos a que fueran muchos días a trabajar en bici. Se contribuiría a descongestionar la V-21 y no se haría necesaria la ampliación.


Puede parecer una utopía, pero no lo es. Los intentos de los últimos años de invitar a la ciudadanía a desplazarse al trabajo en bici o a pie por València y su área metropolitana por parte de las instituciones públicas, no cuajan porque no se han ejecutado serios proyectos de viarios no motorizados como el que se plantea en estas notas. A buen seguro que la red de carriles carril bici que conecte todo con todo, animaría a muchos trabajadores a hacer uso de la bicicleta combinándolo con el servicio de cercanías de Renfe. En mi modesta opinión, continuar con el modelo de desplazamiento actual nos trae a una espiral de movilidad suicida que anima a continuar promoviendo nuevos asentamientos de poblamiento dispersos, como las decenas de urbanizaciones que ya conocemos sin acceso a centros nodales de transporte público ni redes de carriles bicis que conectan entre ellos todos los pueblos, la ciudad de València y polígonos industriales de la comarca. Con el dinero que dilapidará el Ministerio de Fomento con esta actuación, además de la malla para bicicletas, esta oferta de transporte a la ciudadanía se podría complementar con la bajada de precio (o su gratuidad) de las líneas de Renfe de cercanías y metro. A buen seguro que la combinación de las dos ofertas desviaría coches y podría ayudar a no hacer necesaria la ampliación que se proyecta. Y claro, yo me pregunto (imagino que como muchos lectores), ¿con proyectos como el de la ampliación de carriles de la V-21 quiere el estado español contribuir a mitigar los efectos del cambio climático y el estrés de la población? Así que aquí va el grito de rabia y desesperación de mucha gente: ¡ya hay bastante cemento y alquitrán para nuevas carreteras y autopistas y sus ampliaciones insostenibles que además disminuye la superficie de huerta protegida! ¡Queremos infraestructuras no motorizadas para dejar los coches en casa e ir a trabajar con transporte público, en bici y a pie de manera segura, digna y con estatus social! Y más con las bicis eléctricas y cobrando por ir con ellas al trabajo con su pedaleo asistido y con la futura gratuidad de las líneas de metro y las cercanías de Renfe. Si lo hacen los alemanes, franceses, daneses y demás ciudadanía europea, ¿por qué no podemos hacerlo nosotros? No amplíen los carriles de la V-21, protejan la huerta de paso y permítannos soñar que una movilidad sostenible y más humana es posible.

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