UN ESTUDIO ALERTA DEL RIESGO DE INUNDACIÓN EN EL NUEVO CAUCE POR FALTA DE INFRAESTRUCTURAS


Tres profesores de la UPV advierten de que el caudal podría ser insuficiente para impedir una riada como la de 1957

Isabel Domingo, 24 septiembre 2019, Las Provincias
«El caudal del nuevo cauce, calculado para avenidas máximas de 5.000 metros cúbicos por segundo, puede ser insuficiente para impedir una nueva riada. Nuevos factores aumentan el riesgo en relación con el año 1957, como son el cambio climático y el cambio antrópico que ha sufrido la cuenca baja del río Turia». Es la principal conclusión de un informe elaborado por tres profesores de la Universitat Politècnica de Valencia (UPV) que ha sido publicado recientemente en la revista 'Scripta Nova' (la publicación de Geografía y Ciencias Sociales de la Universitat de Barcelona).

El artículo multidisciplinar, firmado por las profesoras del Departamento de Urbanismo María Jesús Romero y Mercedes Almenar-Muñoz y por el catedrático emérito de Ingeniería Hidráulica Vicente Fullana, advierte del riesgo de inundación del nuevo cauce -y, por tanto, de zonas de la ciudad de Valencia- por la insuficiencia de infraestructuras y la falta de medidas para reforzar su seguridad. Algunas de ellas incluso se han plasmado en papel pero, como se señala en el escrito de los expertos, «no se han llevado a la práctica».

Enumeran, por ejemplo, la partida de 18 millones recogida en los Presupuestos Generales del Estado de 2008 destinada al recrecimiento de las paredes laterales del cauce con el fin de aumentar su capacidad de desagüe. O el estudio impulsado por Acuamed que contemplaba la excavación de un cauce secundario en el actual cauce (17 millones) o la colocación de bloques prefabricados 'New Jersey' de 0,80 metros para el recrecimiento de los cajeros actuales a lo largo de las dos riberas (10 millones). Medidas que, según los autores, permitirían aumentar un 50% la capacidad de desagüe de la gran obra construida tras la riada de 1957 dentro del 'Plan Sur'.

A ellas se suman el reforzamiento de la mota de tierra situada en Quart de Poblet o la presa de Vilamarxant, incluida en Plan Hidrológico Nacional de 2001 y tampoco construida, como recuerdan Romero, Almenar-Muñoz y Fullana.

Precisamente la gran riada de 1957 es el punto de partida del artículo realizado por los profesores de la UPV que, a su vez, toman como base técnica el trabajo del grupo de análisis 'Impulso a Valencia', publicado en 2014 por el Ateneo Mercantil y con el propio Fullana como coautor.

Amenaza de gota fría

Así, los tres expertos reflejan la «discordancia» entre las mediciones efectuadas por la Confederación Hidrográfica del Júcar -que no se ha pronunciado sobre el artículo- y por el Servicio de Meteorología Nacional. Si la primera apuntó una medición de la punta de la riada de 1957 de 3.700 metros cúbicos por segundo (que posteriormente rectificó hasta los 4.400), el segundo lo subió hasta los 6.000.

El nuevo cauce se diseñó con una capacidad de evacuación de 5.000 metros cúbicos por segundo, lo que «ofrecía un margen de seguridad de 1.300». Sin embargo, para Romero, Almenar-Muñoz y Fullana si la avalancha de agua de 1957 fue de 6.000 metros cúbicos, «la capacidad de desagüe del nuevo cauce podría ser insuficiente».

Aquí entran en escena tanto el cambio climático, que conlleva «una disminución del volumen global de precipitaciones y un aumento de su intensidad», como el cambio antrópico (producido por la actividad humana). Es decir, urbanizaciones construidas en el terreno colindante al Turia que invaden áreas inundables, recoge el artículo 'En torno a la riada de 1957 en la ciudad de Valencia'.

También señalan que el cauce bajo del Turia, según estudios climatológicos, «es uno de los más expuestos a grandes lluvias torrenciales, en concreto al fenómeno denominado DANA o gota fría». Sobre esto recuerdan las lluvias registradas en la costa en los últimos años, con valores superiores a los 300 litros por metro cuadrado.

Si esas lluvias se produjeran en la cuenca baja del Turia, se podrían recibir 600 hectómetros cúbicos de precipitación que podría llevar a una avenida de 6.000 metros cúbicos por segundo. «En este caso, la mota [...] podría ser rebasada y las aguas avanzarían hacia los túneles del metro y del ferrocarril invadiendo el antiguo cauce», concluyen los autores.

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